El principio de Peter es un
libro que hace referencia acerca de la incompetencia, el autor Raymon Hull toma
este principio por las experiencias que ha tenido y que suceden en la vida, narra ejemplos de cómo vivimos en un mundo de
incompetencia y que quizá hemos sido
competentes pero hacemos las cosas tan difíciles que caemos nuevamente en la
incompetencia, a continuación una breve explicación de lo que consiste el
principio de Peter.
Algo que sucede comúnmente
en nuestras vidas es que existen personas competentes e incompetentes y que
comúnmente hay errores en los procesos,
por ejemplo los edificios que en
ocasiones se derrumban y que se debe a una falla que cometió una persona
incompetente, y ejemplos como estos hay muchos más que pasan a nuestro
alrededor.
Otro ejemplo de lo anterior
, es de la queja de los automovilistas
sobre los defectos que tienen sus coches nuevos, y que se ha comprobado
que la quinta parte de los automóviles de las principales fabricas tienen
defectos potencialmente peligrosos y es un grave nivel de competitividad.
Ejemplos como estos existen varios, como en la educación, en el gobierno, en la
industria, etc.
Cabe mencionar que como
personas tendemos a subir a niveles de competencia
y que la mayoría aspira a alcanzar una mejor posición, sin embargo por los
diferentes problemas que se presentan como los ejemplos anteriores, las
personas tendemos a culpar a los demás cuando quizá el error esta entre
nosotros y que por eso no logramos vencer la incompetencia de nosotros mismos y
que se halla en todas partes.
El autor nos dice que la
causa de la incompetencia radica en las
reglas de los empleados, ya que ellos ascienden
en una jerarquía pero después ocurren sucesos en el ascenso,
en si el Principio de Peter es “una jerarquía, donde todo empleado tiende
a ascender hasta su nivel de
competencia”. A continuación un ejemplo de lo que ocurre con los empleados:
E. Diestro era un aprendiz excepcionalmente
trabajador e inteligente del taller de reparaciones "G. Reece y
Compañía", y no tardó en ascender a mecánico especialista. En este puesto,
demostró una extraordinaria habilidad para diagnosticar oscuras averías e hizo
gala de una paciencia infinita para arreglarlas. Fue ascendido a encargado del
taller. Pero aquí su amor a la mecánica y a la perfección se convierte en un
inconveniente. Emprenderá cualquier tarea que le parezca interesante, por mucho
trabajo que haya en el taller. "Vamos a ver qué se puede hacer",
dice. No dejará un trabajo hasta quedar plenamente satisfecho de él. Se
entromete constantemente. Raras veces se le encuentra en su puesto.
Generalmente, está con la nariz metida en un motor desmantelado, mientras el
hombre que debería estar haciendo ese trabajo se encuentra de pie a su lado
mirando, y los demás obreros permanecen sentados esperando que se les asignen
nuevas tareas. Como consecuencia, el taller se halla siempre sobrecargado de trabajo,
siempre desorganizado, y los plazos de entrega se incumplen con frecuencia.
Diestro no puede comprender que al cliente medio le importa muy poco la
perfección. ¡Lo que quiere es que le devuelvan puntualmente su coche! En
consecuencia, Diestro se ve siempre en dificultades con sus clientes. Era un
mecánico competente, pero ahora es un encargado incompetente.
Si nos damos cuenta esto
ocurre comúnmente, que hay personas que aspiran a ascender y una vez estando en
el puesto no son capaces de sostenerlo y de ser competentes vuelven al
descenso.
Conclusión:
La competencia existe en todo
momento, por la necesidad que tenemos de aspirar a algo mejor, pero al igual
que existe la competencia también hay grandes niveles de incompetencia.
Todo esto se vuelve un
ciclo, donde a veces estamos arriba y en ocasiones caemos. Es un tema interesante,
ya que esto lo vivimos a diario, en la escuela, en el trabajo, en todos lados y
que tenemos que aprender a manejar este ciclo.
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